Sacando a papá del cuarto de los trastos

En otros tiempos, un político aspirante a cualquier cosa presentaba un buen curriculum como su principal activo. Ahora la mayoría no pueden presentarlos porque carecen de ellos, pero los están sustituyendo por parientes a los que sacan, polvorientos, del baúl de los recuerdos.

Es curioso que hasta ahora mismo no nos hayamos enterado de que Chacón es hija de un emigrante andaluz. Hasta hace poco se presentaba más catalana que la sardana y, justo cuando el partido está en guerra civil y hundido en comunidades que siempre les aportaron tantos votos como Andalucía, aparece un padre almeriense al que hasta este momento se había ocultado cuidadosamente.

Si alguna vez los inmigrantes llegan a votar en las elecciones locales, me imagino a los candidatos rebuscando en la caja de lata llena de fotos, a la búsqueda de aquella fotografía de un día de carnaval en la que aparecía el abuelo o el tío Perico disfrazados de moro o de chino.

Hay que ser muy necio para que el hecho de tener un padre nacido en un pueblo de Almería parezca un motivo suficiente para votar a alguien, pero es que en España hay millones de necios con derecho a voto. De hecho, también sería de necios dejarse arrastrar por quien presenta como mérito el tener un padre ganador del premio Planeta o del Nobel de Física.

Hay un proverbio árabe acerca de lo estúpido de aducir como merecimientos, valores o virtudes los logros de nuestros padres y abuelos, porque indica que no tenemos nada propio que presentar. Si se va aún más allá, como presentar algo que ni siquiera es mérito, sino la simple casualidad de haber nacido en una u otra ciudad, ya se puede calibrar el nivel de los políticos, a los que el apelativo de mediocres les viene exageradamente grandes.