Cuando empezaron a aparecer los primeros restaurantes chinos en España, aquello fue un desparrame. Quedaba taaaaan exótico aquello de pedir setas con bambú…
Pasada la novedad, empecé a cogerles asquito. No porque tenga un paladar ultrasensible, ni porque tuviera información privilegiada, ni porque sea más lista que el resto. Fue como una intuición. La intuición se vio confirmada cuando iba sabiendo que conocidos míos iban cogiendo intoxicaciones en esos locales. Y en seguida dejé de ir. Como estuve poquísimo tiempo yendo a restaurantes chinos, debo ser una de las personas que menos los ha frecuentado en España.
El resto de los productos que venden en sus tiendas me suscita también bastante rechazo. Me parecen de pésima calidad, de horrible gusto, y me fastidia que comercios normales de toda la vida se vean arrinconados por los supuestos «chollos» de las «tiendas de chinos». Sin contar con el tema de que me parecen bastante bordes a la hora de atenderte. Parece que te están haciendo un favor cuando te venden algo.
Sé que no puedo evitar que muchas empresas de aquí fabriquen sus productos en China, pero yo sí puedo evitar comprarlos. Supongo que cada cual tendrá su opinión. La mía ha sido siempre que es mucho mejor comprar algo de buena calidad que te dura años y años, y sigue pareciendo casi nuevo, a comprar algo que, de acuerdo, es baratísimo, pero no dura ni una temporada. «Lo barato sale caro», se ha dicho siempre, y yo estoy convencida de ello.
Pero volvamos a la comida, que es de lo que quería hablar. No basta con no pisar un restaurante chino. Si no pones atención al etiquetado puedes estar comprando alimentos traídos de China sin darte ni cuenta. Y el escándalo de la falta absoluta de seguridad alimentaria con que se trabaja en ese país no es comparable a nada.
Ya en el año 2006 El País daba cuenta de que se habían decomisado en Madrid 20.000 kilos de alimentos en mal estado, caducados o peligrosos. Una parte iba destinada a restaurantes chinos, pero otra eran cosas que podíamos comprar sin darnos cuenta en cualquier tienda: golosinas para niños que llevaban cuatro años caducadas, conservas, productos cuya entrada en este país (y en muchos otros de Europa) estaban prohibidos y otros sospechosos de poder transmitir la gripe aviar y otras enfermedades graves. No ha sido el único caso, desde entonces y hasta ahora mismo se han producido otras actuaciones de la policía y la guardia civil. Y la de veces que se habrán escapado…
Hace años que el gobierno chino reconoce que en su país se comete un número desmesurado de gravísimas infracciones alimentarias, y miles de muertes suceden por esta causa. En ese mismo año 2006 reconocieron 68.000 casos de alimentos denunciados y 15.000 toneladas de alimentos requisados. Y no contamos con los casos que se escapen a causa de sobornos a inspectores, desidia de los funcionarios, corrupción o procedimientos de inspección inadecuados u obsoletos. No se trataba de casos de descuido, sino de que conscientemente se añadían parafinas, tintes o aceites minerales que llegaban a producir la muerte.
La calidad de los productos chinos en general deja mucho que desear. Esto afecta en mayor o menor medida a todos los productos, pero es más grave en el caso de los alimentos, y dentro de ellos los destinados al consumo infantil (que en teoría deberían estar mucho más controlados). Dulces, aperitivos y varias bebidas para los niños son en realidad un grave foco de intoxicaciones alimentarias. Y repito, este tipo de productos no se evita con no acudir a un restaurante chino, son cosas que compramos en locales de alimentación aprovechando el hecho de que están abiertos a todas horas cualquier día, con lo que creemos que nos han salvado de un apuro.
El manto de silencio con el que se tapan tantas cosas en China (desde el número exacto anual de penas de muerte hasta las amenazas y atentados que sufren los pocos abogados que se atreven a defender a las víctimas de abusos cometidos desde el poder o de persecuciones religiosas) ha propiciado que no nos enteremos de muchas cosas si no es a través de alguien que vive en ese país, pero son cosas que cuesta creer: sandías que estallan antes de llegar a madurar por el abuso de una sustancia química con la que se rocían las plantaciones para acelerar su crecimiento, falsos huevos fabricados con sustancias químicas y vendidos como si fueran reales, aceites filtrados en aguas residuales, o carne de cerdo que brilla en la oscuridad a causa de una bacteria «que no es peligrosa para la salud» son algunos de los casos, que parecen sacados de una película de terror.
Las leyes no están a la altura del problema. Si la cantidad de alimentos falsos incautados es menor de 7.680 dólares no hay delito, sino falta, que se soluciona con una multa. El resultado es que se puede envenenar a muchos niños con leche o helados sin cometer un delito.
El nivel de pesticidas y metales pesados está muy por encima de lo tolerable. Para eludir impuestos se procesan alimentos en instalaciones que no servirían ni para taller de coches, incluso en cuevas. Y el gobierno sólo se preocupa por los impuestos y por el desarrollo económico, así que cuando hay una denuncia o estalla un escándalo tiende a favorecer a las empresas frente al consumidor.
Los inspectores son incompetentes y poco honrados, hay mucha corrupción, el gobierno presiona enormemente para cumplir los planes quinquenales y los ciudadanos no tienen ninguna protección, por lo que los desaprensivos no tienen por lo que preocuparse.
La cosa llega a tales extemos que aquellos chinos que se lo pueden permitir compran productos alimenticios fabricados en el extranjero. Hasta el arroz, lo que no deja de ser algo increíble.
Hasta el momento, nuestra ignorancia nos disculpaba, pero ahora ya no. Estamos empezando a recibir información y nuestra salud y la de nuestra familia es nuestra responsabilidad. Cierto que muchas «tiendas de chinos» venden en su mayoría productos nacionales, y que la mayor parte de los productos chinos que se vendan en España habrán pasado por inspecciones auténticas y serias. Los que están verdaderamente expuestos al peligro son los habitantes de China y algunos países de alrededor pero, aunque en mucha menor cantidad, nosotros también, tal como indicaba aquel artículo de El País de hace ya seis años y las posteriores operaciones policiales.
Un último apunte para aquellos a los que os guste el whisky. Cuando estuve en Escocia me informaron que sólo una docena de pequeñas destilerías fabrica auténtico whisky escocés (fuego de turba, agua de los arroyos de las Highlands…). La mayor parte del whisky que se consume en el mundo está fabricado en China, incluyendo a varias marcas famosísimas. Luego lo transportan hasta Escocia en barcos cisterna y aquí lo embotellan. Por curiosidad, la próxima vez que tengáis a mano una estanteria repleta de botellas de buena marca, leed la etiqueta. Y os encontraréis con que en muchas de ellas pone «embotellado en Glasgow». Es lo únco que pueden escribir que lo relacione con Escocia sin mentir. El caso del whisky no tiene por qué constituir un peligro pero, desde luego, es un engaño.
Yo soy de los tuyos, pero a veces resulta imposible comprar algo que no esté hecho en China.
Creo que tu entrada es de «servicio público» y la gente debería estar enterada de estas cosas ¿Puedo publicarla en mi blog haciendo referencia a que es tuya, claro?
Besitos y salud
Yo en cuanto a comida creo que todo es sospechoso (engordan a los pollos en todas partes, rocían frutas y verduras con productos químicos… las vacas locas creo que venían de la civilizadísima Inglaterra), y como de todas formas en cualquier momento me puede atropellar un autobús, puedo ser víctima de un atentado o sufrir una enfermedad rara que me lleve derechita a una muerte segura, como lo que me apetece sin hacer remilgos a nada. Al menos tengo menos estrés.
Como curiosidad, las mejores chucherías que he probado últimamente, y con muchísima diferencia, son de una tienda de chinos. No las tienen apelmazadas y duras como en muchas otras tiendas nacionales que también frecuento. Claro que no sé de dónde provienen las chucherías de unos y de otros, podría darse el caso de que los chinos vendan chuches españolas y los españoles vendan chuches chinas. Sea como sea, las de los chinos son infinitamente mejores.
Saludos!
La verdad, no sé hasta que punto lo que describes es consecuencia de un estereotipo en contra de los chinos o de una percepción personal, o si se trata de una generalidad aplicable a la mayoría de los orientales de este país que residen en España. Yo creo que es de todo un poco, porque mi experiencia personal no es exactamente la misma. Los/las dependientes de estas tiendas en mi ciudad son algunos incluso bastante simpáticos (mientras que algunos de los locales son para echarles de comer aparte). En cuanto a eso, a lo de comer…pues la verdad que habría que ver lo que se hace en algunas cocinas de restaurantes patrios para comparar. En todo caso…¿si las condiciones sanitarias de estos restaurantes son en algún caso como dices, no tienen algo de responsabilidad las autoridades sanitarias españolas? Lo digo porque en otro país en el que he estado viviendo, un día vi en vivo y en directo una inspección de sanidad a un restaurante chino y (literalmente) le miraron hasta debajo de las uñas a los cocineros y camareros para ver si las tenían limpias.
En cuanto a lo de la calidad…Eso sí, realmente creo que es un estereotipo. Los chinos fabrican a la calidad que les digas. De hecho ahora, por ejemplo escribo desde un MacBook Pro fabricado en china, de una calidad (y precio) por encima de la media de su categoría. Y si te fijas, los chinos fabrican desde los productos más cutres hasta los objetos de lujo más caros. Yo creo que lo que dices es más bien fruto de la situación de crisis en la que estamos sumidos, en la que la gente lo que demanda son productos baratos por encima de cualquier cosa. Y claro, los chinos se han aprovechado de eso, porque esa demanda la pueden cubrir ellos sin problemas.
Cambio: Ciñéndome a lo esencial de la entrada (las condiciones en las que se venden y distribuyen muchos productos alimentarios chinos), son las propias autoridades chinas las primeras en reconocer que tienen un gran problema. Los cientos de miles de intoxicaciones anuales, las miles de toneladas de alimentos falsificados (por ejemplo, venderte por carne lo que en realidad es una pasta fabricada con vete a saber qué) o en un estado no apto para el consumo, la falta total de control sobre sustancias peligrosas que se añaden a los alimentos (como cuando adulteras droga para convertir 1 kg. en 20), se ha convertido para los mismos chino en una pesadilla. Que para no pagar impuestos los alimentos se procesan y elaboran en lugares clandestinos (sótanos, edificios abandonados) en unas condiciones penosas, también ocurre. No es una opinión, sino unos hechos reconocidos. Que sus leyes van por detrás, pues aún no prohíben pesticidas y otros productos químicos prohibidos en todo el mundo occidental, también es un hecho.
China está ahora en una situación económica mala, aunque parezca lo contrario. El precio de los alimentos ha subido de tal manera que el 85% de la población apenas tiene acceso a lo más básico. Por eso se está dando últimamente en China una enorme cantidad de revueltas, manifestaciones y protestas, que son duramente reprimidas.
Una parte de esos alimentos, golosinas y bebidas terminan aquí, introducidas de manera clandestina. Esto tampoco es una opinión, sólo hay que constatar la cantidad de toneladas de alimentos requisados por policía y guardia civil en los últimos años. También han encontrado mataderos clandestinos en unas condiciones sanitarias horripilantes (uno de patos en Cataluña, recientemente) que surten a los restaurantes chinos. Las aves tampco procedían de aquí, las habían introducido ilegalmente La policía española hace lo que puede, pero una parte de esos productos se le escapará, y acaba llegando a los mayoristas que surten a restaurantes y pequeñas tiendas.
Por supuesto que en los locales y tiendas españolas también podemos encontrar de todo, pero en general las condiciones no son ni remotamente comparables. Además, partimos de una situación de salida infinitamente mejor que la de ellos (en cuestión de exigencias legales), así que aunque haya fraudes o lo que sea, el resultado no llega a ser tan catastrófico.
Pues con esta puntualización estoy de acuerdo, no obstante, si se tienen sospechas fundadas de todos estos hechos, lo que no entiendo es como las autoridades españolas no toman cartas en el asunto para remediarlo. Porque más bien parece al contrario…te puedo asegurar que conseguir una licencia para abrir un restaurante no es cosa fácil, y sin embargo los restaurantes chinos proliferan por doquier…y vamos, no es que sea muy difícil identificarlos para la inspección, ¿no? Y con los productos lo mismo…si con los de la unión europea se exige una «trazabilidad» por qué no con los que vienen de fuera? Es que me da la sensación de que hay una cierta pasividad por parte de las autoridades españolas, y eso no se le puede achacar a los chinos. Si todos los vecinos del barrio saben que los chinos incumplen la legislación en cuanto a horarios y demás…¿por qué no se hace nada?
Yo creo que es que las autoridades españolas no dan abasto. Porque todo eso entra ilegalmente, y me parece que en la práctica es imposible controlar cada contenedor que entra diariamente por los puertos españoles y cada camión que entra por carretera. Si se descubren algunos casos supongo que es, precisamente, porque se hace lo que se puede. De hecho, entre las cosas que he leído es que algunas policías locales tienen pequeños grupos formados para vigilar precisamente los polígonos industriales donde se ubican las naves desde donde se distribuyen todos estos alimentos peligrosos.
Las autoridades chinas no van a impedir que se sigan produciendo estos alimentos, porque su problema está en que ahora mismo no son capaces de proporcionar alimentos seguros a un precio que pueda ser pagado por el 85% de la población de su país. Vamos, que no pueden darle de comer en condiciones a toda su población. Y claro, algunos «empresarios» avispadillos se habrán dado cuenta de que ganan todavía más si eso lo venden fuera, porque nuestro poder adquisitivo es mayor y podemos pagar precios más caros por lo que creemos que es un producto seguro. Y nos atrae el exotismo y la novedad. Y caemos como moscas. Así que prefieren introducirlo de contrabando en España, donde venden todo eso a un mayor precio del que conseguirían en España, y acaban ganando más. Pero realmente creo que a la policía española no se le puede exigir más. Somos nosotros los que tenemos que poner de nuestra parte y vigilar lo que compramos. Simplemente con fijarnos en el etiquetado, o en que la tienda tenga licencia para vender productos alimenticios. Dejarnos de bobadas e ir a las tiendas y supermercados de siempre, que si pagan impuestos es por algo.