Alguien debería revisar esas fundas de goma que les ponen a los micrófonos, porque me temo que haya por ahí una partida en mal estado que está causando efectos catastróficos. Debe ser que están caducadas o algo así, y producen emanaciones tóxicas que provocan, en el mejor de los casos, alucinaciones pasajeras y, en el peor, idiocia permanente.
La cosa afecta sobre todo a políticos, los más expuestos por su querencia natural a hacer declaraciones a medios de comunicación, y como estamos casi en campaña electoral esto puede ser más grave que lo del aceite de colza. Si queremos conservar nuestro equilibrio emocional sería recomendable abstenerse de escucharlos.
Pero no olvidemos que este gremio no es el único expuesto a semejante peligro. Los cantantes son, después de los políticos, el mayor grupo de riesgo. Ya se han dado los primeros casos en España, el más trágico de los cuales está resultando el de Bisbal, por sus constantes recaídas, que hacen dudar de su curación, por lo menos de momento.
Los primeros síntomas se manifestaron hace varios meses, cuando acudió nada menos que al Parlamento Europeo, para pedir que los derechos de autor se amplíen de 50 a 95 años. Una de dos: o pretende superar los 120 años de edad, o que sus nietos todavía vivan del cuento.
El tratamiento que se le aplicó no resultó efectivo, y hace poco, en el programa de Buenafuente, tuvo un episodio de confusión mental y delirios, cuando manifestó “programas como el eMule o el LimeWire están legalizados pero son ilegales”. Desmentimos categóricamente que dicha frase esté originada por la total ignorancia del significado de las palabras utilizadas y reiteramos que se debe exclusivamente a los efectos de la aún desconocida enfermedad.
Haciendo caso omiso de sus médicos se marchó a una gira por Latinoamérica. Sus admiradores entendieron que estaba curado y respiraron aliviados, pero una noticia reciente vino a desmentir estos optimistas pronósticos. Durante un concierto en Quito, Bisbal, quizás desorientado y febril, olvidó que estaba allí para cantar, tomó el micrófono y se convirtió en una especie de predicador que aleccionó a sus fans instándoles a “que aprendieran a vivir en armonía”, como nos han informado distintos medios, todavía impactados por el episodio. Y todo ello mientras se anudaba al cuello un trozo de tela con la calavera y las tibias, archiconocido emblema de los piratas.
Insisto, se debe todo al extraño padecimiento. No podemos imaginar siquiera en alguien tan ilustre la menor incoherencia entre la ética y la estética. Si hubiera estado sano, hubiera llevado a buen seguro una corbata de Los Osos Amorosos, como corresponde a ese discurso de buen rollito. Jamás, jamás, algo tan siniestro como la calavera y las tibias.
Por supuesto, no podemos dudarlo, Bisbal sabe que el tema tiene origen en los vampiros. En Nueva Inglaterra, los cadáveres de las personas consideradas vampiros eran enterrados con las tibias cruzadas y la cabeza cortada. Se tenía al vampiro como poseido por el demonio. Situar el cráneo entre las tibias, en los enterramientos, era el signo mediante el cual el diablo reconocía a los suyos; así ningún inocente sería llevado al infierno por equivocación. Luego fue adoptado por los piratas, que como Bisbal sabe perfectamente eran unos señores dedicados al asesinato, el saqueo y la destrucción.
Sólo un ingenuo podría creer que los piratas eran gente como Burt Lancaster en esas películas en las que se dedicaba a robar a los ricos para dárselo a los pobres, o como en la ridícula parodia “Piratas del Caribe”. Bisbal no, él sabe perfectamente que no hacían gracia, que no vivían en armonía con el resto de sus semejantes, que te metían un tajo por un quítame allá ese doblón y se mofaban de toda ley y norma moral.
Él, que llama ladrón a quien comparte archivos, que tacha de ilegal a un programa al que al mismo tiempo le reconoce su legalidad, y que enseña a los pobres desgraciados de los quiteños que tienen que vivir en armonía (menos mal que ha llegado él al país para enseñarles eso), ¡cómo iba a usar el emblema de los siervos del diablo, de unos ladrones y asesinos, si no estuviera muy enfermo!
Pero que nadie se alarme más de la cuenta. Si no trabajáis delante de un micrófono no debéis preocuparos. Además, a buen seguro nuestros científicos identificarán enseguida el origen del mal. Seguiremos informando.